En la reciente encuesta ViewPoint de DNV "Economía circular. ¿Cómo están haciendo la transición las empresas?”, se han explorado cinco modelos de economía circular. La adopción de los diferentes modelos se caracteriza por un nivel creciente de complejidad de implementación y, paralelamente, por el correspondiente potencial económico.
No es sorprendente que haya una mayor adopción de modelos centrados en la innovación de procesos y productos. Pero, ¿cuáles son las principales características de los distintos modelos? ¿Cuáles son las barreras de transición percibidas y qué beneficios pueden generarse?
Recuperación de recursos
Estos modelos reciclan los residuos en materias primas secundarias. De este modo, se desvían los residuos de la eliminación final y se desplaza la extracción y el procesamiento de recursos naturales vírgenes (*). Es el modelo adoptado por la mayoría de las empresas, ya que el 40% cuenta con una iniciativa de este tipo. Otras están en marcha. Un 33% adicional afirma que está en su agenda para los próximos 5 años, lo que elevaría la adopción total al 73% en 2026. La naturaleza de este modelo implica la optimización de los procesos y la consiguiente reducción de costes. Aquí radica su mayor potencial, ya que los beneficios de los costes se consiguen sin riesgos relacionados con el cambio del flujo de ingresos o con las estrategias consolidadas de salida al mercado.
Las empresas que han adoptado modelos circulares de recuperación de recursos señalan la falta de definiciones técnicas y jurídicas comunes de los residuos y la circularidad como el mayor obstáculo para la transición. La experiencia indica que muchas empresas tienen dificultades para reutilizar materiales después de que estos hayan sido clasificados legalmente como residuos. En muchos países, la estricta legislación sobre la gestión de residuos puede crear obstáculos para su correcta aplicación.
Suministro circular
Estos modelos sustituyen los recursos tradicionales por alternativas totalmente renovables, recicladas o biodegradables. Esto reduce la demanda de extracción de recursos vírgenes a largo plazo. Aunque hasta ahora sólo lo han implantado el 23% de las empresas, es el modelo que más se espera que crezca. Un 41% afirma que tiene intención de adoptarlo en los próximos 5 años, lo que elevaría su adopción al 64%. Al requerir cambios en los materiales tradicionalmente utilizados, los modelos de suministro circular exigen especialmente un esfuerzo interno por parte de las empresas en I+D e innovación de materiales. Esta podría ser la razón por la que la adopción es limitada ahora, pero se prevé que aumente significativamente.
Los beneficios identificados se dividen en dos categorías: 1) ahorro de costes y ventaja competitiva; 2) reputación de la marca. Una transformación circular exige que las empresas mejoren los procesos internos y hagan que las cadenas de suministro sean más eficientes y resistentes a las posibles alteraciones del mercado de materias primas (por ejemplo, las fluctuaciones de precios o la escasez). Estas inversiones apoyan la estrategia de sostenibilidad y la posibilidad de crear una reputación de marca en torno a estos temas. Estas mejoras en la cadena de suministro serían más accesibles en el marco de una definición normalizada de residuos y productos circulares.
Prolongación de la vida útil del producto
Estos modelos amplían el periodo de uso de los productos existentes mediante la refabricación, la regeneración, la reparación, la mejora o la recomercialización de productos y activos. Un tercio de las empresas ya ha implantado un modelo de este tipo y el resto tiene previsto hacerlo en los próximos 5 años. Esta perspectiva es significativa y puede estar relacionada con la creciente presión normativa sobre la responsabilidad ampliada del productor. Casi la mitad de las empresas con un modelo implantado (46%) citan como ventaja la capacidad de cumplir con los requisitos legales y reglamentarios. Esta cifra es superior a la de otros modelos (media del 38%), lo que pone de manifiesto la importancia de la legislación para apoyar los avances.
La aplicación del modelo de extensión de la vida útil del producto requiere importantes inversiones digitales. Las empresas que tienen implantado un modelo de este tipo son las que más invierten en gestión y análisis de datos (60%) y en tecnologías para impulsar e incentivar los comportamientos circulares (20%). El primer ámbito está vinculado a la necesidad de conocer al máximo los productos y el estado de su ciclo de vida. En el segundo se fundamenta la necesidad de una participación activa de los usuarios para prolongar la vida de los productos. Solo así podrán tener éxito los servicios de remanufacturación, regeneración, reparación y actualización.
Producto como servicio
Estos modelos implican que las empresas comercializan servicios en lugar de sus productos a través de acuerdos de arrendamiento (leasing) o de pago por uso, frente al enfoque convencional de compra por compra. Este modelo incentiva intrínsecamente un diseño de producto ecológico y un uso más eficiente del mismo, promoviendo así un uso más moderado de los recursos naturales. Este es actualmente el modelo que encuentra más resistencia en su adopción (18%).
Es muy innovador y tiene muchos riesgos, ya que requiere de un cambio en el modelo de ingresos. Sin embargo, el potencial futuro se entenderá a medida que más empresas experimenten con él: entre las empresas que han adoptado este modelo sólo un 2% manifiesta no haber experimentado ningún beneficio. El modelo se adopta más en Asia, lo que podría tener sentido, ya que requiere de que los consumidores y usuarios tengan conocimientos digitales y sean usuarios frecuentes de aplicaciones y tecnologías móviles.
Plataforma de intercambio
Estos modelos abordan la infrautilización de productos y activos al permitir el uso, el acceso o la propiedad compartidos. Esto reduce la demanda de nuevos productos y, por tanto, de materias primas. Al requerir la participación activa del cliente/usuario del servicio, estos modelos no pueden implantarse únicamente dentro de los límites de la empresa. Entre los que tienen implantado un modelo de plataforma de uso compartido, el 23% respondió que el escaso conocimiento y la incomodidad impiden la participación activa de los consumidores y suponen una barrera para la transición. Por lo general, esto es percibido como una barrera por el 18% para otros modelos. Actualmente, la plataforma de intercambio es el modelo menos adoptado. Sin embargo, se entiende el potencial futuro que tiene. Mientras que sólo el 12% ha implantado actualmente un modelo de este tipo, el 24% lo tiene previsto en los próximos 5 años.
La experiencia demuestra que las plataformas de intercambio requieren la mayor inversión en tecnologías digitales. Para que sean accesibles, fáciles de usar y eficientes, las tecnologías digitales especialmente relevantes son los sistemas de gestión de datos, el seguimiento y la localización, las soluciones de trazabilidad y las plataformas de IoT, así como las plataformas para compartir activos, compartir información y colaborar.
¿Hacia dónde nos dirigimos?
En 2021, el Día de la Deuda Ecológica fue el pasado el 29 de Julio. Esta fecha representa el día en que la demanda de recursos y servicios ecológicos por parte de la sociedad en un solo año superó lo que la tierra puede regenerar en el mismo año. Lograr una economía circular es crucial para que la sociedad pueda hacer frente a los retos del cambio climático y de los recursos limitados y cumplir nuestros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El ritmo de la transformación es el principal reto en los próximos años. Los acuerdos activos entre reguladores, empresas y consumidores son esenciales para acelerar el proceso. Los reguladores se ven presionados a liderar el camino, garantizando una correcta distribución de las oportunidades y las inversiones, al tiempo que proporcionando marcos propicios de actuación. A la vista de ello, iniciativas como el Green New Deal de EE.UU. y el Plan de Acción de Economía Circular de la UE, que establecen objetivos ambiciosos para la aplicación de la economía circular, son esenciales para guiarnos en la dirección correcta.
Autor: Federica Guelfi - Circular economy project manager, DNV